martes, 4 de agosto de 2009

Doscientos años transcurrieron, para llegar al maravilloso hallazgo de momias, en el pequeño pueblo de Aurich. Un pueblo aparentemente sin conexión alguna con civilizaciones modernas, donde todos aun asignaban cada hecho ocurrido a un dios diferente. Pero en ese gran día, estas creencias sobrepasaron sus limites religiosos y el pánico invadió la mente de todos.

Algunos creían que eran seres extraviados de otros planetas, otros pensaban que solamente algún hecho de maldad animal, podría dejar estos resultados en esos cuerpos desconocidos.
Solo pocos veían las semejanzas entre sus figuras humanas y llegaron a indagarse si realmente solo ellos pudieron haber habitado ese pueblo desde sus orígenes.

Solo el arqueólogo, que llevaba más de la mitad de su vida descubriendo momias, podía entender que eran los restos de algunos pueblerinos que vivieron en esta región algunos siglos atrás. Encontraba como el mayor reto de su vida, poder explicar a estos individuos que esas "cosas extrañas", era tan solo una muestra del futuro de sus cuerpos.
Definitivamente, solo era posible atribuirle lo ocurrido, al dios de la muerte y poder crear toda una gran historia, de las causas de sus tragedias y continuar con los mitos, que de una forma u otra, no dejaba salir a este pueblo de su cautividad mental. Fue así como desde ese día, el dios de la muerte, podía decidir sobre cualquier habitante de Aurich y sobre el futuro de su figura humana.